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25-05-2024

DEVOCIONAL

Devocional: Salmo 78:40-72

¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto, y lo entristecieron en los páramos! Una y otra vez ponían a Dios a prueba; provocaban al Santo de Israel” (Salmo 78:40-41). Aquí, Asaf hace una pausa en el curso de su recitado para resumir uno de los puntos principales de este salmo. De hecho, podríamos hacer el siguiente bosquejo de algunos de los puntos dramáticos que expone:

(1) La repetida rebeldía del pueblo de Dios no se presenta como una mera desobediencia, sino que se asemeja a poner a Dios a prueba. Es uno de los elementos graves y sumamente odiosos de la insubordinación. Está marcada por una fuerte dosis de “en tu propia cara”, un desagradable patrón de incredulidad que culpa a Dios implícitamente de falta de poder, crueldad, egoísmo, desconsideración e insensatez. La falta de fe crónica y repetida “en la actitud” siempre conlleva este elemento de tentar a Dios. ¿Qué hará Dios al respecto? No es de sorprender que el apóstol Pablo identifique este mismo modelo de conducta del pueblo durante los años en el desierto y advierta a los cristianos de su tiempo: “Tampoco pongamos a prueba al Señor, como lo hicieron algunos y murieron víctimas de las serpientes. Ni murmuréis contra Dios, como lo hicieron algunos y sucumbieron a manos del ángel destructor. Todo eso les sucedió para servir de ejemplo, y quedó escrito para advertencia nuestra” (1 Corintios 10:9-11).

(2) Aunque la primera parte del capítulo señala la respuesta del enfado de Dios frente al patrón de rebeldía del pueblo, también insiste una vez tras otra en que Dios “Una y otra vez contuvo su enojo, y no se dejó llevar del todo por la ira” (78:38). Sin embargo, este modelo de conducta se vuelve más sombrío. La idolatría llegó a ser tan flagrante que Dios “se puso muy furioso, por lo que rechazó completamente a Israel” (78:59). El contexto muestra que Asaf tiene en mente el juicio divino sobre el pueblo cuando permitió que los filisteos capturaran el arca del Señor: “Y dejó que el símbolo de su poder y gloria cayera cautivo en manos enemigas” (78:61; cf1 Samuel 4:5-11), con la terrible destrucción a la que se tuvieron que enfrentar, como consecuencia, a manos de sus enemigos.

(3) Los versículos finales (78:65-72) se centran en la misericordiosa elección de Judá y David como respuesta de Dios a los desdichados años del desierto, de los jueces, del reinado de Saúl. “Y David los pastoreó con corazón sincero; con mano experta los dirigió” (78:72). Viviendo a este lado de la Encarnación, los cristianos nos sentimos especialmente agradecidos por el linaje de David.

(4) Los cristianos saben cómo se desarrolla el argumento del Salmo 78. La dinastía de David cae en la corrupción; la ira de Dios aumenta y llega el exilio. Sin embargo, en la cruz se desplegarían una ira mayor y un amor más glorioso.

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen I, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2013. Usado con permiso.
Devocional: Isaías 26
En su cántico de alabanza, Isaías celebra el triunfo inminente del Señor y pone de manifiesto lo que significa esperar a que él actúe (Isaías 26). Los primeros versículos ofrecen una alabanza anticipativa (26:1-6), dedicada al Dios que hace de la Jerusalén definitiva la muralla de la seguridad (26:2) y preserva en paz la mente de todos los que se encuentran dentro de ella, todos los que confían en el Dios viviente (26:3-4).

La mayor parte del capítulo se dedica a reflexionar acerca de lo que significa esperar ese triunfo final (26:7-21). Isaías escribe: “Sí, en ti esperamos, Señor, y en la senda de tus juicios; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra vida” (26:8). Sin embargo, mientras los justos anhelan al Dios viviente (26:9a), la sorprendente verdad es que las personas que no lo conocen nunca aprenden nada de la gracia que Dios muestra con ellos (26:9b-10). Así pues, el pueblo de Dios clama pidiendo que él venga e imponga su justicia (26:11), como ocurre en Apocalipsis 6:10.

Entretanto, el remanente fiel vive con ambigüedad y decepción (26:12- 18). La idolatría florece en la tierra en que Dios estableció la paz (26:12-13). El remanente permanece fiel mientras que la cultura sucumbe (26:13). Lo que se describe en los siguientes versículos es casi el patrón cíclico de la historia de Israel. Dios responde con juicio a la infidelidad. A su debido tiempo, regresa con gracia, ensancha a la nación y extiende su propia gloria. Y entonces, cuando todo se ha dicho y hecho, ¿cuál es el resultado? La nación es como una mujer retorciéndose por los dolores del parto y, cuando finalmente da a luz a su hijo, todo lo que ha producido es viento (26:18). “No trajimos salvación a la tierra, ni nacieron los habitantes del mundo” (26:18). ¿Dónde está la gran esperanza vinculada con la identidad de Israel, con la promesa hecha al patriarca de que en la semilla de Israel serían benditas todas las naciones de la tierra (Génesis 12)?

No obstante, el capítulo acaba con esperanza. La hay incluso para aquellos que han muerto durante los fatigosos ciclos de frustración, fracaso, futilidad y juicio: no esperaron ni murieron en vano, porque se levantarán de los muertos y serán partícipes del gozo de la victoria (26:19), una promesa de vida que se atisba brevemente en 25:8, demostrada en la resurrección de Jesús y cumplida definitivamente al final (1 Corintios 15:11 Tesalonicenses 4:13-18). Entretanto, los que siguen vivos deben esperar con paciencia que pase la ira de Dios (26:20-21). De forma más clara que Isaías, sabemos que “los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento” (2 Corintios 4:17-18cf. Romanos 8:18).

Este devocional es un extracto de Por amor a Dios, Volumen II, por Donald A. Carson © Andamio Editorial, 2016. Usado con permiso.
Números 34
Instrucciones sobre el reparto de Canaán
34 Entonces el SEÑOR habló a Moisés: «Manda a los israelitas y diles: “Cuando entren en la tierra de Canaán, esta es la tierra que les tocará como herencia, la tierra de Canaán según sus fronteras. Su límite sur será desde el desierto de Zin, por la frontera de Edom, y su frontera sur será desde el extremo del Mar Salado hacia el oriente. Luego, la frontera de ustedes cambiará de dirección, del sur a la subida de Acrabim y continuará a Zin, y su término será al sur de Cades Barnea; y llegará a Hasaradar y continuará hasta Asmón. Y la frontera cambiará de dirección de Asmón al torrente de Egipto, y su término será el Mar Grande.
”En cuanto a la frontera occidental, tendrán el Mar Grande, esto es, su costa; esta será su frontera occidental.
”Y esta será su frontera norte: trazarán la línea fronteriza desde el Mar Grande hasta el monte Hor. Trazarán una línea desde el monte Hor hasta Lebo Hamat, y el término de la frontera será Zedad; y la frontera seguirá hacia Zifrón, y su término será Hazar Enán. Esta será su frontera norte.
10 ”Para su frontera oriental, trazarán también una línea desde Hazar Enán hasta Sefam, 11 y la frontera descenderá de Sefam a Ribla, sobre el lado oriental de Aín; y la frontera descenderá y alcanzará la ribera sobre el lado oriental del mar de Cineret. 12 Y la frontera descenderá al Jordán, y su término será el Mar Salado. Esta será la tierra de ustedes, según sus fronteras alrededor”».
13 Entonces Moisés dio órdenes a los israelitas y les dijo: «Esta es la tierra que repartirán por sorteo entre ustedes como posesión, la cual el SEÑOR ha ordenado dar a las nueve tribus y a la media tribu. 14 Pues la tribu de los hijos de Rubén ha recibido lo suyo según sus casas paternas, y la tribu de los hijos de Gad según sus casas paternas y la media tribu de Manasés han recibido su posesión. 15 Las dos tribus y la media tribu han recibido su posesión al otro lado del Jordán, frente a Jericó, al oriente, hacia la salida del sol».
16 Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: 17 «Estos son los nombres de los hombres que les repartirán la tierra por heredad: el sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun. 18 De cada tribu tomarás un jefe para repartir la tierra por heredad. 19 Y estos son los nombres de los hombres: de la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefone. 20 De la tribu de los hijos de Simeón, Semuel, hijo de Amiud. 21 De la tribu de Benjamín, Elidad, hijo de Quislón. 22 De la tribu de los hijos de Dan, un jefe: Buqui, hijo de Jogli. 23 De los hijos de José: de la tribu de los hijos de Manasés, un jefe: Haniel, hijo de Efod. 24 De la tribu de los hijos de Efraín, un jefe: Kemuel, hijo de Siftán. 25 De la tribu de los hijos de Zabulón, un jefe: Elizafán, hijo de Parnac. 26 De la tribu de los hijos de Isacar, un jefe: Paltiel, hijo de Azán. 27 De la tribu de los hijos de Aser, un jefe: Ahiud, hijo de Selomi. 28 Y de la tribu de los hijos de Neftalí, un jefe: Pedael, hijo de Amiud». 29 Estos son los que el SEÑOR mandó que repartieran la heredad a los israelitas en la tierra de Canaán.

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Salmo 78:40-72
LIBRO SEGUNDO
40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra Él en el desierto, Y lo entristecieron en las soledades! 41 Tentaron a Dios una y otra vez, Y afligieron al Santo de Israel. 42 No se acordaron de Su poder, Del día que los redimió del adversario, 43 Cuando hizo Sus señales en Egipto, Y Sus prodigios en el campo de Zoán. 44 Convirtió en sangre sus ríos Y sus corrientes, y no pudieron beber. 45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, Y ranas que los destruían. 46 Entregó también sus cosechas al saltamontes, Y el fruto de su trabajo a la langosta. 47 Destruyó sus viñas con granizo, Y sus sicómoros con escarcha. 48 Entregó también al granizo sus ganados, Y sus rebaños a los rayos. 49 Envió sobre ellos el ardor de Su ira, Furia, indignación y angustia, Un ejército de ángeles destructores. 50 Preparó senda para Su ira; No libró sus almas de la muerte, Sino que entregó sus vidas a la plaga, 51 E hirió a todos los primogénitos en Egipto, Las primicias de su virilidad en las tiendas de Cam. 52 Pero a Su pueblo lo sacó como a ovejas, Como a rebaño los condujo en el desierto; 53 Los guió con seguridad, de modo que no temieron, Pero el mar se tragó a sus enemigos.
54 Los trajo, pues, a Su tierra santa, A esta tierra montañosa que Su diestra había adquirido. 55 Y expulsó a las naciones de delante de ellos; Las repartió con medida por herencia, E hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel. 56 Sin embargo, ellos pusieron a prueba y provocaron al Dios Altísimo, Y no guardaron Sus testimonios, 57 Sino que se volvieron atrás y fueron desleales como sus padres; Se desviaron como arco engañoso. 58 Lo provocaron con sus lugares altos, Y despertaron Sus celos con sus imágenes talladas. 59 Al oírlo Dios, se indignó, Y aborreció a Israel en gran manera. 60 Abandonó la morada en Silo, La tienda que había levantado entre los hombres, 61 Y entregó al cautiverio Su poderío, Y Su gloria en manos del adversario. 62 Entregó también Su pueblo a la espada, Y se indignó contra Su heredad. 63 El fuego consumió a sus jóvenes, Y no tuvieron canciones de bodas sus vírgenes. 64 Sus sacerdotes cayeron a espada, Y sus viudas no pudieron llorar.
65 Entonces despertó el Señor como de un sueño, Como guerrero vencido por el vino, 66 E hizo retroceder a Sus adversarios, Poniendo sobre ellos una afrenta perpetua. 67 Desechó también la tienda de José, Y no escogió a la tribu de Efraín, 68 Sino que escogió a la tribu de Judá, Al monte Sión que Él amaba. 69 Y edificó Su santuario como las alturas, Como la tierra que ha fundado para siempre. 70 Escogió también a David Su siervo, Lo tomó de entre los rediles de las ovejas; 71 Lo trajo de cuidar las ovejas con sus corderitos, Para pastorear a Jacob, Su pueblo, Y a Israel, Su heredad. 72 Y él los pastoreó según la integridad de su corazón, Y los guió con la destreza de sus manos.
   
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Isaías 26
Cántico de confianza

26 En aquel día se cantará este cántico en la tierra de Judá:
«Ciudad fuerte tenemos; Para protección Él pone murallas y baluartes. Abran las puertas para que pueda entrar la nación justa, La que permanece fiel. Al de firme propósito guardarás en perfecta paz, Porque en Ti confía. Confíen en el SEÑOR para siempre, Porque en DIOS el SEÑOR, tenemos una Roca eterna. Porque Él ha abatido a los que moran en lo alto, a la ciudad inconmovible; La humilla, la humilla hasta la tierra, la derriba hasta el polvo, Y la pisotearán los pies, Los pies de los afligidos, las pisadas de los desvalidos».
La senda del justo es rectitud. Tú, que eres recto, allana el sendero del justo. Ciertamente, siguiendo la senda de Tus juicios, Oh SEÑOR, te hemos esperado. Tu nombre y Tu memoria son el anhelo del alma. En la noche te desea mi alma, En verdad mi espíritu dentro de mí te busca con diligencia. Porque cuando la tierra tiene conocimiento de Tus juicios, Aprenden justicia los habitantes del mundo. 10 Aunque se le muestre piedad al impío, No aprende justicia. Obra injustamente en tierra de rectitud, Y no ve la majestad del SEÑOR.
11 Oh SEÑOR, levantada está Tu mano, mas ellos no la ven. Que vean Tu celo por el pueblo y se avergüencen. Ciertamente el fuego devorará a Tus enemigos. 12 SEÑOR, Tú establecerás paz para nosotros, Ya que también todas nuestras obras Tú las hiciste por nosotros. 13 Oh SEÑOR, Dios nuestro, otros señores fuera de Ti nos han gobernado, Pero solo en Ti confesamos Tu nombre. 14 Los muertos no vivirán, los espíritus no se levantarán, Pues los castigaste y destruiste, Y has borrado todo recuerdo de ellos. 15 Has aumentado la nación, oh SEÑOR, Has aumentado la nación, te has glorificado, Has ensanchado todos los límites de la tierra. 16 Oh SEÑOR, en la angustia te buscaron. Apenas susurraban una oración, Cuando Tu castigo estaba sobre ellos. 17 Como la mujer encinta, al acercarse el momento de dar a luz, Se retuerce y grita en sus dolores de parto, Así éramos nosotros delante de Ti, oh SEÑOR. 18 Estábamos encinta, nos retorcíamos en los dolores, Dimos a luz, al parecer, solo viento. No logramos liberación para la tierra, Ni nacieron habitantes del mundo. 19 Tus muertos vivirán, Sus cadáveres se levantarán. ¡Moradores del polvo, despierten y den gritos de júbilo!, Porque tu rocío es como el rocío del alba, Y la tierra dará a luz a los espíritus.
20 Ven, pueblo mío, entra en tus aposentos Y cierra tras ti tus puertas; Escóndete por corto tiempo Hasta que pase la indignación. 21 Porque el SEÑOR va a salir de Su lugar Para castigar la iniquidad de los habitantes de la tierra, Y la tierra pondrá de manifiesto su sangre derramada Y no ocultará más a sus asesinados.

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1 Juan 4
El espíritu de verdad y el espíritu de error
4 Amados, no crean a todo espíritu, sino prueben los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido al mundo. En esto ustedes conocen el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios. Y todo espíritu que no confiesa a Jesús, no es de Dios, y este es el espíritu del anticristo, del cual ustedes han oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.
Hijos míos, ustedes son de Dios y han vencido a los falsos profetas, porque mayor es Aquel que está en ustedes que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan de parte del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error.

Dios es amor

Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a Su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de Él. 10 En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a Su Hijo como propiciación por nuestros pecados. 11 Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
12 A Dios nunca lo ha visto nadie. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y Su amor se perfecciona en nosotros. 13 En esto sabemos que permanecemos en Él y Él en nosotros: en que nos ha dado de Su Espíritu. 14 Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió al Hijo para ser el Salvador del mundo. 15 Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. 16 Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos creído el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él. 17 En esto se perfecciona el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como Él es, así somos también nosotros en este mundo.
18 En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor. 19 Nosotros amamos porque Él nos amó primero. 20 Si alguien dice: «Yo amo a Dios», pero aborrece a su hermano, es un mentiroso. Porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto. 21 Y este mandamiento tenemos de Él: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.

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